Sí que ha pasado tiempo, sí.
Como ya sé leer bien, soy capaz de leer mis propias historias y me he reído mucho. Bueno, no con todas, algunas no me hacen mucha gracia; la de la cárcel me sigue dando miedo. Lo que ya no me da miedo es el dragón de mi tío.
¡Ya sé jugar al fútbol! ¡Ya puedo jugar al fútbol con mi hermano Martín y mi tío David! Aunque cada vez que me pongo a jugar, me mandan con los coches, con la bici, a merendar con mi tía, a correr por el jardín o a mojarme con la manguera, al armario de los juguetes, a ver a los perros…
Mi mamá dice que hay días en los que es mejor no levantarse, y yo nunca lo entendí hasta que llegó ayer.
A mí me gusta mucho Bob Esponja y quiero verlo siempre, así que para que no me cambien a Bob Esponja tengo que comer y cenar con el mando: en una mano el tenedor y en la otra el mando de la tele.
Tengo que contaros algo: ya no soy un gallina, ya me sé tirar a la pisci, y ya casi sé nadar.
Martín, mi hermano, se ha pasado toda la tarde en el baño. Sí, sí, toooooooda la tarde.
Un buen día mis papás me echaron de su habitación. Siempre me he preguntado qué es lo que hice para que se enfadaran tanto: quizá fuera que tiraba de las cortinas o de las sábanas, que me salía de la cuna, que roncaba, que saltaba en el colchón, que…
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