Es que no tuviste bastante… Esta será la cuarta vez. Siempre te han dejado. Siempre has vuelto a encontrar a alguien que nuevamente vuelva a aguantarte. Muy bien, eres así, crees en el amor.
Subir de nuevo a la habitación me producía dolor. Seguía recordando aquel tiempo en que cuando me despertada pronto, a hurtadillas y en silencio, subía las escaleras y me acomodaba entre los dos.
Las besa con suma conciencia para no equivocarse. Espera. No sucede nada. Había imaginado que era inmediato.
Salen sigilosamente de las habitaciones de sus hijos. Se encaminan a la sala. Están deseando estar solos, relajarse en el sofá, hablar tranquilamente de sus cosas, mirarse a los ojos, acariciarse, besarse…
Subí la persiana y entró el sol. Al contrario que antes, me entristeció. Ahora prefería la lluvia.
Han pasado casi dieciséis años.
Ni siquiera Miguel sospechaba que se iba a separar. El día que Ana le dijo que se fuera, que no le aguantaba más, que ni podía ni quería soportar más sus debilidades, su falta de arrojo y su carácter pusilánime, le pilló por sorpresa. Oír de su boca la palabra asco le superó. Nunca Ana le había hablado ni en aquel tono ni de aquella manera.
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