Hubo huelga de bombillas aquella navidad. Su principal asociación lo había venido anunciando con antelación. El pueblo creyó que el gobierno lo arreglaría. Nunca había habido una navidad sin luces.
A la huelga de bombillas se sumaron los pinos y los abetos, denunciando intrusismo laboral.
Las bolas y los adornos del árbol anunciaron que sin luces, nadie se fijaría en ellos.
San José y la Virgen María estaban muy ocupados atendiendo a su primer hijo y pasaron de reivindicaciones. No era el momento.
Los Reyes Magos proclamaron que, sin la luz de la estrella que siempre los guiaba, les iba a ser imposible llegar hasta el pesebre.
La lavandera y el caganet estaban encantados con la idea de pasar su primera navidad en casa, junto a sus hijos y no acompañando al hijo de otro.
Loa pastores no moverían sus rebaños.
¡Ah! Se me olvidaba: Papá Noel hizo huelga a la japonesa, así que ningún niño se quedó sin juguetes.
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!!
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