A mi hermano Martín, una chica de su clase le ha dado calabazas, o eso dice mi mamá, pero yo no las encuentro en casa. Y las he buscado mucho, mucho. No sé por qué le han dado calabazas cuando ya se ha pasado Halloween.
Es todo un misterio misterioso (como el gato del módulo de atletismo). Parece que Martín se las pidió a una chica de su clase que se llama Naira y la chica de su clase le dijo que no, pero al final se las debió de dar porque mi mamá va contando que a Martín las chicas ya le han dado calabazas.
El caso es que si le pregunto a mi hermano dónde están las calabazas se pone rojo y empieza a decirme que le deje en paz o a tirarme las almohadas del sofá o de la cama, o la ropa que mi mamá tiene para planchar (¡ojo! no confundir con la ropa planchada porque se armaría un buen lío, mamá chillaría y ni Martín ni yo queremos que mamá chille).
Como yo lo que quiero es ver las calabazas, no le dejo en paz, empezamos a pelearnos y ya con la pelea se me olvidan las calabazas… hasta que después de un rato me vuelvo a acordar y voy otra vez a preguntar y se vuelve a poner rojo… Al final Martín me dijo que él no había pedido calabazas a nadie, y que un amigo suyo, Alejandro, se lo había inventado todo. Yo sigo pensando que sí que hay, sobre todo porque le oí a mi mamá contárselo a mi tía Rebe por teléfono.
Así que me decidí y le pregunté a mamá si sabía dónde estaban las calabazas. Mamá me contestó que qué calabazas y que para qué quería yo calabazas, si las necesitaba para algún trabajo del cole. Le dije a mi mamá que solo quería ver las calabazas que Nadia le había dado a Martín porque él no me dejaba verlas. Entonces mi mamá empezó a reírse mucho. Y ahora mi mamá ha cambiado la versión de que a mi hermano le han dado calabazas por la versión de que Yago va buscando por casa las calabazas que le han dado a Martín.
Y yo sigo sin ver las calabazas. ¡Qué familia!
Ni las calabazas, ni el gato del módulo de atletismo. No sé si os he dicho que mi mamá me lleva a atletismo. No se conforma con llevarme a la piscina, también me lleva a las pistas a correr. He pensado que quiere que adelgace (aunque viniendo de mi mamá, que siempre está diciendo que coma y que coma, no me cuadra mucho), o que quiere tenerme entretenido, o quiere tener un superdeportista en casa. No tengo claro todavía lo que espera mi mamá de mí.
Pues eso, que mi mamá me lleva a atletismo. Y allí, tengo una profe que se llama Monitora que cuando hace frío nos mete en un módulo para que no cojamos ni catarro ni anginas.
Yo siempre quiero que Monitora nos lleve al módulo porque nos ha dicho que dentro hay un gato, aunque nunca lo he visto. ¡Lo mismo que con las calabazas! He buscado al gato por todo el gimnasio, pero nada. Se debe de escapar por algún agujero secreto que no he descubierto, y nuestra monitora no se da cuenta. La profe (la profe, no, la monitora) siempre dice: “Cierra la puerta que se escapa el gato”, pero cuando lo dice ya se ha escapado. Menos mal que no se enfada mucho.
He pensado que el próximo día voy a decir a mi mamá que me lleve más pronto al módulo a ver si veo de una vez al gato.
Como siempre buenísimo Rebe. Un besazo