Vuelven a ser invisibles. De repente, me encuentro sobre una nube que, arrastrada por el viento, me lleva al País de las Flores, donde debo rescatar al Rey de los Tulipanes.
Peleo contra un ejército de bonsáis que me golpean despiadadamente con sus reducidas ramas.
Pero vuelve a suceder: los trazos de nuevo se hacen visibles y los contemplo, curvos y rectos, negros. Me doy cuenta de que escasea la luz y de que me cuesta verlos. Me levanto para encender la lámpara. Continúo con aquellas historias que me tienen atrapada.
Mucho ánimo Rebe que esta vez puede ser que si.