El ascensor

Tardó en abrirse el ascensor y cuando lo hizo, me sorprendió ver un mono sujetando un paraguas abierto. Me reí mucho, pero no me atreví a subir. El ascensor se cerró y se fue.

– Alguien se ha olvidado al mono en el ascensor –bromeé.

Volví a llamar. Esperé pacientemente y deseé volver a revivir aquella divertida escena. El ascensor se detuvo, pero solo encontré el paraguas.

– Habrá dejado de llover –me dije a mí misma.

En cuanto subí, me di cuenta de lo equivocada que estaba en mi deducción y supe, de inmediato, el porqué del paraguas: llovía a cantaros allí dentro. No lo pensé, abrí el paraguas y para mi sorpresa… me convertí en mono.

El ascensor se paró, se abrieron las puertas y pude ver la cara de asombro que puso aquel señor al ver un mono con un paraguas. No se atrevió a subir. De lejos le oí comentar que alguien se había olvidado un mono en el ascensor.

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