Siempre he sido de echarme siestas. Después de comer me invade el genio del sueño, y me obliga a descansar unos cuantos minutos antes de volver a proseguir con mis tareas diarias.
Había pedido una navaja. Aquel día cumplía 14 años y esperaba con ansiedad mis regalos. A mis padres les había contado lo difícil que se estaba poniendo el barrio.
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