Tengo que contaros algo: ya no soy un gallina, ya me sé tirar a la pisci, y ya casi sé nadar.
Hay un señor de barba y de gafas que sale en la tele. A mí al principio no me llamaba mucho la atención, pero luego me fui dando cuenta.
Acabadas las navidades, Yago ya ha vuelto a clase, y aunque el último día de vacaciones se lo pasó diciendo a su mamá que no quería volver, la vuelta no ha sido traumática; parece que tenía ganas de ver a sus compañeros de clase. Le hemos preguntado qué ha hecho durante las Navidades y nos han contado todo esto.
El abuelo Pedro se ha ido de viaje. Eso me ha dicho mi papá. Me lo ha dicho muy triste porque no ha podido decirle adiós.
Martín, mi hermano, se ha pasado toda la tarde en el baño. Sí, sí, toooooooda la tarde.
Yago ha aprendido su primera poesía en la escuela y parece que le gusta. Está entusiasmado y quiere recitársela a todo el mundo.
Parece que Yago ha encontrado un deporte que le motiva: la pesca. Siendo él como es, nos ha extrañado mucho que un deporte donde reina la quietud, la calma y el silencio, haya conquistado al pequeño.
¡La que se ha liado en mi casa por mi actuación en la guarde!
Voy a tratar de explicaros lo que ha pasado, pero la verdad es que yo, por primera vez, no he sido culpable de nada: andaba a lo mío, intentando bailar con un traje de gato que me habían puesto para la fiesta de la graduación.
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