Subir de nuevo a la habitación me producía dolor. Seguía recordando aquel tiempo en que cuando me despertada pronto, a hurtadillas y en silencio, subía las escaleras y me acomodaba entre los dos.
Abandonan, primero uno y luego el otro, la habitación del hotel. Él dobla hacia la derecha para adentrarse en la boca de metro.
Salen sigilosamente de las habitaciones de sus hijos. Se encaminan a la sala. Están deseando estar solos, relajarse en el sofá, hablar tranquilamente de sus cosas, mirarse a los ojos, acariciarse, besarse…
Vuelven a ser invisibles. De repente, me encuentro sobre una nube que, arrastrada por el viento, me lleva al País de las Flores, donde debo rescatar al Rey de los Tulipanes.
Todo el mundo dice que hablo mucho. Como no voy a hablar si mi mamá me somete todos los días a un interrogatorio que ni el mejor de los policías:
-Que si cómo se llaman mis nuevos amigos del cole de mayores.
Hoy he vuelto a acordarme de aquellas hormigas. No sé por qué hoy han salido aquellos bichos del olvido para devolverme al pasado.
Mis tíos me han llevado a la selva. No solo a mí, también a Martín y a la abuela.
Aquel libro que me habían regalado solo tenía una página y además estaba en blanco. O eso me pareció al principio.
Tengo la costumbre de leer el periódico en el ordenador. Cada día leo los titulares y pincho en aquellos que llaman mi atención. Esta vez era un artículo de opinión sobre la hirviente situación de la política española.
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