¡Uf! Os lo voy a contar porque ya han pasado unos días, pero hasta ahora no se lo he podido contar a nadie, a nadie. ¡Menuda angustia! Ni siquiera me atrevía a decírselo a mi papá Dari.
Esto de ser explorador casi me cuesta la vida…, y una bronca muy gorda de mi papá (ya veréis), otra de mi mamá (pero más suave), de mi abuela por enredador (dice ella), y de mis tíos no… porque no estaban, que si no, pues también. ¡Esto de ser aventurero entre mi familia está mal visto!
Nuevamente delante del papel. Otra vez más, y las que me quedan. Si hubiera aprobado en su momento… Saco el estuche, esparzo mis bolis y pienso en lo que me espera: horas y horas delante de leyes, órdenes, decretos, títulos, capítulos, artículos, disposiciones… e indisposiciones, como las que me están entrando ahora mismo. No he empezado y ya tengo que ir al baño.
Contó ayudándose con los dedos de la mano como cuando la profesora le enseñaba a sumar. Mentalmente ya no podía retener los números, las cifras. Desde que ya no iba a la compra le costaba hacer las sumas y las restas.
¡Ya sé jugar al fútbol! ¡Ya puedo jugar al fútbol con mi hermano Martín y mi tío David! Aunque cada vez que me pongo a jugar, me mandan con los coches, con la bici, a merendar con mi tía, a correr por el jardín o a mojarme con la manguera, al armario de los juguetes, a ver a los perros…
Te pedí encarecidamente que no lo intentaras, pero aun así has venido y aquí estás. Lo hemos hablado tantas veces… Los dos, incluso los tres. Antes y después de que todo sucediera.
Dicen que nació antes de tiempo, pero él siempre había pensado lo contrario. Si hubiese nacido antes, hubiese conocido a su padre porque, cuando nació, en casa solo eran dos: su madre y él.
Mi mamá dice que hay días en los que es mejor no levantarse, y yo nunca lo entendí hasta que llegó ayer.
A mí me gusta mucho Bob Esponja y quiero verlo siempre, así que para que no me cambien a Bob Esponja tengo que comer y cenar con el mando: en una mano el tenedor y en la otra el mando de la tele.
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