¡Uff! Tengo una pinza en la nariz y mi hermano Martín también. Me hace bastante daño, pero es mejor eso que oler a pedo y hoy huele toda la casa. La abuela otra vez está cocinando coliflor. He intentando enseñarle a la abuela videos de Youtube…
Sí que ha pasado tiempo, sí.
Como ya sé leer bien, soy capaz de leer mis propias historias y me he reído mucho. Bueno, no con todas, algunas no me hacen mucha gracia; la de la cárcel me sigue dando miedo. Lo que ya no me da miedo es el dragón de mi tío.
Un hombre trabaja en una oficina. Está delante de un teclado mirando la pantalla de un ordenador. Está serio. Sus ojos están fijos en la pantalla, pero revelan que su mente se encuentra muy lejos. Se oyen de fondo voces de gente conversando mientras que teclea y mira la pantalla.
El malvado Luthor había puesto kryptonita en la bodega. Cerré el libro y comprobé que se había quedado dormido en su silla.
Cerró los ojos y sopló las velas. Nadie aplaudió. No se oyó ninguna canción. Tampoco vitorearon al homenajeado, ni siquiera hubo brindis.
Voy a hacer una confesión: a veces, en la escuela, me aburro y no quiero ir, aunque luego voy, solo por no oír a mi mamá y a mi papá diciendo que ellos tampoco quieren ir a trabajar y van.
Es que no tuviste bastante… Esta será la cuarta vez. Siempre te han dejado. Siempre has vuelto a encontrar a alguien que nuevamente vuelva a aguantarte. Muy bien, eres así, crees en el amor.
A mi hermano Martín, una chica de su clase le ha dado calabazas, o eso dice mi mamá, pero yo no las encuentro en casa. Y las he buscado mucho, mucho. No sé por qué le han dado calabazas cuando ya se ha pasado Halloween.
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