Subí la persiana y entró el sol. Al contrario que antes, me entristeció. Ahora prefería la lluvia.
Se dirige a la jaula de los leones para demostrarle cuánto se equivoca.
Sigue habiendo marquesina, pero ya no hay autobús. El último pasó hace años, sin viajeros, y por eso desapareció. Quedó la marquesina, con su asiento de piedra y sus tres paredes, también de piedra, que solo te dejan mirar hacia delante, ¡qué contradicción!
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